14 de mayo de 2009

Antropofagia humedosa


Ella me lamía el pecho y el abdomen con su lengua que debía contener H2SO4. Mi piel se derretía como paleta de algodón y nos quedamos sin piel.
Ahí estaba yo puntual abriendo las puertas del paraíso recién bañado por la lluvia, bajando las estrellas de su pecho y capturándolas con mi lenguared, hasta que se quedó sin ellas.
Mis dedos entraban en ella en un vaivén inexorable. Entraban pero ya no salían, y me quedé sin dedos.
Una caricia leve de su mano rozaba mi rostro de repente, y mi boca tomaba posesión de sus dedos succionándolos uno a uno y también se fue quedando sin dedos.
Lástima que sólo tuve dos manos, hubiera preferido tener quince para desmembrarla mucho más fácilmente. Ella me desmembró con la mirada. Nos quedamos sin dedos, sin brazos y sin piernas.
Yo inhalaba sus suspiros y ella arrancaba mis cabellos en sus impulsos demoniacos. Nos quedamos sin cabello.
Sus brazos eran aleteos de mariposa que llegaban a mi corazón como huracanes, arrasando con todo, y nos quedamos sin órganos vitales.
Con sus dientes, íbamos quitándonos los músculos uno a uno, sin prisa, y los deglutíamos como serpientes, por eso nos quedamos sin músculos.
Quedábamos poco, así que la sorprendí por detrás arrancándole los besos más húmedos que he podido hallar. No sé si le sobren besos para alguien más. No sé si le sobre un alma qué negociar.
Yo me desangraba dentro de ella. En cuestión de segundos me había mutilado por completo y de ella tampoco quedaba mucho. Nos desbaratamos como diente de león arrasado por el viento.
Entre besos y besos, nos volvíamos eternos a cada rato, la podredumbre de nuestros cuerpos mutilados era insoportable, y sus gusanos se comían lo que quedaba de mí, mientras los míos acababan con sus restos.
Con mi calor y el suyo en otro plano, nos fuimos evaporando hasta volvernos nada, hasta ser todo, sólo un par dioses embriagados hasta el cansancio.









México Tenochtitlan
2 de enero de 2008
Adolfo Ramírez.

Foto tomada de: http://mix.fresqui.com/files/images/lengua-sangrante.jpg

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