13 de enero de 2023

"Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios"

 Vallejo 


Es angustiante que venga con mi boca a escribir algo banal y no un poema para cambiar al mundo. Sin embargo deseo que se comprenda esta tristeza de velorio por que hoy mis zapatos emprenden un camino al que decidieron no llevarme.

Pasamos grandes tardes, recorrimos sabradiós cuántas ciudades; tuve que enseñarles a jugar futbol en la delantera, a correr en todo tipo de terrenos, a vagar tanto en barrios bajos, como en casas de niñas ricas con auto deportivo. No sé cuántas veces oí decir: ¡ya tira esos zapatos!, no sé cuántos otros pares vieron morir y a pesar de lo decrépitos, siempre estuvieron ahí para acariciar el sagrado suelo de la Gran Tenochtitlán. 

Escribo esto con un dejo de alegría y desdén por la doctora que prohibió usar ese tipo de zapatos "porque provocaban el pie plano", pues eran tenis especiales para usar patineta y yo jamás usé patineta; no me culpen, no crecí con un póster de Blink 182 en mi cuarto.

Estos tenis fueron mi rebelión contra las estúpidas agujetas (que son el peor invento del hombre después de la crema de cebolla). Aún preservo el recuerdo de un padre preocupado por el bienestar de su hija quien nos corrió, y no lo culpo, de su habitación aquella noche. De no ser por estos tenis, habría corrido como una jirafa pero llegué a salvo al bulevar.

Hoy estos amigos viejos se jubilan. Si yo fuera un buen Van Gogh, los inmortalizaría al óleo; y si fuera más talentoso ya les habría escrito una canción del estilo "unicornio azul", pero éste es el único homenaje que puedo dejar en su nombre por aquellas buenas tardes de biblioteca y fútbol. 


6 de enero de 2023

Inútil batalla de un seis de enero

 Hay un gato en esta casa, no me preocupa mucho, también hay un retrato, cortinas blancas y ese imbécil comedor. Los niños me molestan sobremanera, sus ojoillos abiertos son como de gato, se revuelcan como gusanos jugando a los carritos.

He intentado relacionarme con uno de esos seres, me llama la atención la violencia de su retina al chocar los autos. 

—¿Cómo se llama el gato? —pregunto para hacer plática, y cínicamente el bodoque me ha respondido sonriendo: Cuál

—El gato ése que andaba por aquí —insisto. 

—Cuál —contesta nuevamente el mozalvete, como si no existiera gato alguno.

—El amarillo —repongo.

—Cuál —revira.

—Olvídalo —le digo.

El niño me ha tomado por su imbécil. 

—Se llama Cuál, acepta después de haber colmado mi frágil paciencia. 

Yo no sé por qué me interesa el gato. Hay tantas cosas llamativas en el mundo.

Conecto mi laptop al único enchufe disponible, al instante hay algo más importante qué conectar allí: una estúpida lámpara, me irrito. Encuentro un multicontacto, descanso en el sillón con la computadora en las piernas, no sé cuánto aguantaré en esa posición, no me importa.

El gato se acerca y restriega su grasoso cuerpo en mi espinilla derecha llenando de pelos mi pantalón nuevo, lo pateo sin afán de dañarlo. Le da lo mismo, no lo pude golpear más fuerte porque de haberme movido mucho, se hubiera desconectado el cable de corriente. La batería se quemó hace un mes.

Otro niño se sienta a mi lado, me presume su regalo de navidad vocifera cosas sin coherencia aparente, lo ignoro. El niño juguetea con el gato: Cualito, Cualito, acaricia al obeso animal que se revuelca en sus piernas, el niño pasa su carrito por los genitales del felino. Cundo se aburre, carga al pesado minino y lo arroja al suelo, éste cae parado sin hacer daño al enano.

El gato sube por el brazuelo del sillón, quito mi mano para evitar contacto, se acerca, me arrimo sólo un poco para no desconectar la compu, se recarga en mi hombro y sube por el respaldo del sillón, se pasea por detrás de mi cabeza, se restriega con mi cabello, ronronea y por más que lo molesto me ignora. Le llamo a un niño para que quite al gato de ahí, el morro está como ido, cree que es Spiderman. Pruebo con otro y otro niño, una manada de escuincles me ingnora.

¿Cómo decirlo? Hay un gato que balancea su cola detrás de mi cabeza, en el sillón. Se llama Cuál, creo que lo quitaré a la chingada de allí, no me fío de su cola, esa cola anillada y gorda. A cada vuelta del péndulo me golpea descaradamente. Sabe de la delicada posición de mi laptop. 

He tratado de empujarlo con mi mano y al hacerlo, la computadora se ha apagado borrando mi relato en notepad. Con sus absurdas garras juega a rayar el sillón.  A nadie le importa mi texto arruinado por un michi, mucho menos el sofá.

Esto es personal, ya me tiene hasta la madre. Me he levantado del asiento y al querer tocarlo para empujarlo al suelo me ha tirado un arañazo gruñendo con violencia. Voy a la cocina por un cucharón de madera que uso como arma y también lo ha agredido. Ahí muere. Pensé en olvidarlo todo y tolerar sus ronroneos en mi nuca, no tiene nada de malo a final de cuentas. Un niño observa mi rendición, sonríe con la boca llena de Tutsi pop.

Su manos pegajosas bajan al gato del sillón, lo acaricia, el gato no le hace ningún daño. Cualito, Cualito, le dice el engendro. Me alegro un poco y hago una tregua, le digo al escuincle: chócalas. El niño choca su mano roja, chiclosa y llena de pelos, sonríe, tiene mocos, es invierno.

Olvido que quiero ser escritor y me rindo, me tiro al suelo, en seguida los niños me hacen bolita, utilizan mi rostro y mis piernas como autopistas, estrellan sus camionetas en mis guevos, estoy ahí derribado como un gigante vencido por los enanos y un gato ronronea, se pasea obeso por el sillón, ronronea. 


Tlaxcala, México
6 de enero de 2010





12 de diciembre de 2022

Ars



Te posaste en mi cariño
como un pájaro en el árbol
pero fue tu trino el mármol
de este verso en desaliño.
Yo corrí a hacerte un guiño
cual si fuera un escultor
y atrapaste al impostor,
cuando quise en tus idiomas,
encantar con punto y comas
pero tú cantas mejor. 








4 de agosto de 2022

Un poco de rola

Mi queridísima reinototota, Alizze Gala. Rompiendo las cuerdas en el escenario.... échenle un oklayo y me dicen qué tal:

La palabra ladra

Así dice Mauricio Jiménez....

18 de septiembre de 2015

9 de septiembre de 2015





México-Tenochtitlan
Septiembre 2015
Adolfo Ramírez

28 de abril de 2015

El baile



Pensaba en ti

Canciones para jirafas

Hace una semana mi amigo cancionista Gama Arche y yo, dimos a conocer el video titulado "Tú". Es curioso que en los créditos la canción aparezca escrita y musicalizada por Gama y yo. La historia de esa canción es cuando menos inquietante, pues hemos anunciado el compromiso la desfachatez de asegurar que se trata del inicio de un proyecto entre los dos.

Quiero empezar contando que Gama Arche debió ser basquetbolista. El vato originario de Guaymas, Sonora) parece un alebrije que entre gacela y jirafa juega el balón como verdadero crack. Si el destino fuera mas justo (o quién sabe qué otros factores se hubiesen reunido en él), seguramente estaría encestando balones desde hace mucho. Pero alguna tarde, mientras practicaba baloncesto, justo cuando comenzaban a fijarse los equipos en él, sufrió una lesión en la espalda que lo alejó de las canchas, y el sueño se perdió. Su vida como basquetbolista se redujo a coleccionar estampitas de los jugadores. Después, por error, halló una guitarra. De ahí se prendió del instrumento (y de la guitarra también) durante la segunda parte de la adolesencia y hasta aquel viaje en que nos conocimos en el DF. Cuando lo topé cantaba rolitas de Drexler, pero ya tenía un vergonzoso pasado guitarreando canciones poperitas de amor. En aquella época ya soltaba un poco más la pluma y escribió un puñado de temas que grabamos en la casa del HACS. Eso dio luz a un disco llamado "un sabor a vida" pero que nunca fue publicado, vaya usté a saber por qué, pues el disco era bueno. 
Luego los años, los daños, los amoríos y las pláticas por internet. Amistades de ésas que duran un montonal. Gama grabó un disco muy abstracto, muy retorcido, con letras abrumadoras llamado "Visionante", y aunque es mi amigo, siempre le dejé claro que no me gustó dicho material. Creo que se encabronó. Posteriormente grabó "el color del siglo XXI": un disco de jazz, con músicos impresionantes, letras buenas, y una experiencia musical con verdadero virtuosismo musical. Vaya usté a saber por qué tampoco lo publicó.

El caso es que el Gama se fue a vivir al DF (a mi casa concretamente), y durante el año y medio que radicó allá, realmente fue poco lo que escribimos juntos. A mí me cuesta mucho trabajo hacer cosas en equipo.
Total que mi camarada llegó buscando abrirse camino en la escena musical de la gran ciudad. Armamos una gira por distintas ciudades, hicimos un ruidajo y lo pasamos muy buen. De ahí salió el disco "Esto algún día tendrá sentido", con recopilación de grabaciones por separado y un poema-canción grabado en esos días. Pero nunca se dio del todo su despunte musical. En cambio, se le ocurrió ir a entrenar a las canchas del deportivo Xochimilco y lo vieron jugar algunas personas que lo invitaron a un equipo, luego a otro y luego a otro, y a los meses ya estaba jugando un campeonato nacional en Oaxaca. Así es esto de las paradojas: cuando buscó triunfar en el basquet, encontró la música por error y cuando buscó triunfar en la música, encontró el basquet por error. La vida de las jirafas es cosa curiosa. Durante el año que el Gama estuvo en el DF se dedicó a encestar y dejó estacionada la guitarra. Mi papá se aguitó, y le preguntó que por qué había dejado la música, entonces el Gama le dijo: tengo unos cinco más para jugar en mi plenitud; para tocar la guitarra tengo toda la vida. Y así fue. El Gama volvió al mundo de las jirafas: a coleccionar canastas, tenis de Michael
Jordan y estampitas de basquetbol. Para entonces yo también agarré un trabajo semi demandante y dejamos de musicalizar nuestros desvaríos y grabar nuestros sueños versificados. Un día el Gama me habló y me dijo que lo habían corrido de la chamba y se regresaba cuanto antes a Guaymas. Por supuesto le respondí que estaba loco y a la semana siguiente me corrieron del trabajo a mí también. Como por azares del destino agarré una chamba en Guaymas y mientras el Gama viajaba a Guaymas por tierra, yo lo hacía hacia la misma latitud en avión. Mientras volaba me preguntaba si bajo esas nubes andaría ese cabrón.
Pero todo comenzó por una canción de autoría compartida llamada "Tú". Resulta un día estaba yo repasando los acordes de una viejísima rola mía, y Gama (que iba pasando por mi habitación) dijo: a ver, a ver, otra vez toca eso. Entonces hice una secuencia muy sencilla de la mayor, re fa, y otro acorde en forma de araña y este cabrón me arrebató la guitarra completando un círculo mucho más bonito. Al rato lo vi tarareando una musiquita junto a una terrible caligrafía en su clásica libreta amarilla. Momentos después me enseñó un parrafito que alimenté con otros versos y otros más que al rato ya eran una canción. Ahí salió "tú".
Esa mágica combinación se repite este viaje como un sueño al que se regresa en diferentes ocasiones. De repente canciones que llevaban años estancadas, salen de mi libreta y van a posar en la voz de mi camarada. Cuando vimos que había suficientes para un disco, pensamos que era momento para anunciar que "Tú" sólo es el comienzo de algo mayor. Total, el Gama siempre sabrá muy bien hacer canciones para jirafas.


Guaymas, Sonora.
Adolfo Ramírez.