9 de octubre de 2024

La camisa

La camisa


Qué deprimente tu camisa,  

—me dijiste infutura—

sucia, vieja,  

transparente como un mosquitero.  

Qué bueno que no miraste más allá  

en el epicentro de mi pecho,  

le contesté.  

Te aterraría ver la mugre que hay ahí:  

pájaros muertos,  

amores en formol,  

ceniceros de sueños arrumbados.  


No eres la primera que huye,  

tras encontrar ese desastre de flores deprimidas,  

que solo parecen horribles orugas

que esperan su tiempo  

para salir volando por mi boca  

cuando intente decir  

“quédate esta noche”,  

nos desvelaremos contando estrellas,  

una... dos... tres... infinito,  

hallaré constelaciones  

en el braile de tus lunares 

y dirá la vida si nos conviene  

creer en amores usados

en besos que se desbaratan con el sol.  


Quédate con el mundo a tus pies,  

lejos de esta ciudad en ruinas

pero no vuelvas cuando florezca mi jardín entre la basura 

si todo lo que puedes ver en mi pecho   

es una puta camisa rota, 

de las tres, la que más amo.


México-Tenochtitlan

2010






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