4 de octubre de 2024

México surrealista

Ay, mi México lindo y querido. Hace unos días, mientras veía las noticias, vino a mi mente una frase que se le atribuye a Salvador Dalí:

"De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas".

Por otro lado, también se cuenta la historia de André Breton, el padre del surrealismo, quien llegó a la conclusión de que México era el país surrealista por excelencia.

Se dice que en 1938, cuando Breton visitó México, quedó fascinado por la exquisita artesanía que caracteriza a nuestro país. Decidió encargarle a un carpintero local una silla artesanal. Fiel a la lógica cartesiana, dibujó un boceto en perspectiva, lo que ocultaba una de las patas de la silla detrás del asiento. Días después, recibió una silla bellamente trabajada, sólida y con un acabado impecable. Sin embargo, con total naturalidad, el carpintero mexicano había seguido al pie de la letra el boceto del francés, por lo que la silla tenía solo tres patas.

Pero en cuestiones más mundanas, me encontré una noticia (comparto el video) que detonó --donde detonar es la palabra clave-- el siguiente soneto con acentos disonantes. Es una broma poética, pero me divertí al escribirlo:

 

Ni Miró, Dalí ni compañía

ni Remedios Varo, lo demuestro.

ni René Magritte —y salud, maestro—

ni Leonora Carrington podría.

Ni Hans Richter —pero no se ría—

ni Paul Éluard, ni don Luis Buñuel

ni Luis Aragón, éste o aquel

ni Robert Desnos que hizo poesía.

Ni André Massón, pincel que te salva

ni juntos en suma, estos artistas

ni Lorca —que de amores herido—

ni André Bretón, hermanos del alma,

llegaron a ser tan surrealistas

como México lindo y querido.



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