21 de mayo de 2025

Tortugas de montaña

El libro Tortugas de montaña, del politólogo y columnista Samuel T. Méndez es la primera publicación como obra narrativa. En ella, el autor zigzaguea por los diversos temas de su interés, desde la actualidad política del país, las pequeñas enseñanzas que va recogiendo en grafittis de azotea, en conversaciones y en el cotidiano de las ciudades que frecuenta. Este libro es para leerse en aleatorio, a lo EM Cioran, y dejarse levitar entre las poderosas reflexiones o hundir en los versos de algunas páginas que ensayan poesía. Es un libro extraño, casi un incen.diario.

La historia de este libro ya se ha contado por acá, pero me gusta mucho la contraportada que le hizo nuestra querida artista Marisol Gandarilla. 

Aquí algunas fotos de la presentación y también pueden encontrar el libro en digital por acá: TORTUGAS DE MONTAÑA.



9 de octubre de 2024

La camisa

La camisa


Qué deprimente tu camisa,  

—me dijiste infutura—

sucia, vieja,  

transparente como un mosquitero.  

Qué bueno que no miraste más allá  

en el epicentro de mi pecho,  

le contesté.  

Te aterraría ver la mugre que hay ahí:  

pájaros muertos,  

amores en formol,  

ceniceros de sueños arrumbados.  


No eres la primera que huye,  

tras encontrar ese desastre de flores deprimidas,  

que solo parecen horribles orugas

que esperan su tiempo  

para salir volando por mi boca  

cuando intente decir  

“quédate esta noche”,  

nos desvelaremos contando estrellas,  

una... dos... tres... infinito,  

hallaré constelaciones  

en el braile de tus lunares 

y dirá la vida si nos conviene  

creer en amores usados

en besos que se desbaratan con el sol.  


Quédate con el mundo a tus pies,  

lejos de esta ciudad en ruinas

pero no vuelvas cuando florezca mi jardín entre la basura 

si todo lo que puedes ver en mi pecho   

es una puta camisa rota, 

de las tres, la que más amo.


México-Tenochtitlan

2010






4 de octubre de 2024

México surrealista

Ay, mi México lindo y querido. Hace unos días, mientras veía las noticias, vino a mi mente una frase que se le atribuye a Salvador Dalí:

"De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas".

Por otro lado, también se cuenta la historia de André Breton, el padre del surrealismo, quien llegó a la conclusión de que México era el país surrealista por excelencia.

Se dice que en 1938, cuando Breton visitó México, quedó fascinado por la exquisita artesanía que caracteriza a nuestro país. Decidió encargarle a un carpintero local una silla artesanal. Fiel a la lógica cartesiana, dibujó un boceto en perspectiva, lo que ocultaba una de las patas de la silla detrás del asiento. Días después, recibió una silla bellamente trabajada, sólida y con un acabado impecable. Sin embargo, con total naturalidad, el carpintero mexicano había seguido al pie de la letra el boceto del francés, por lo que la silla tenía solo tres patas.

Pero en cuestiones más mundanas, me encontré una noticia (comparto el video) que detonó --donde detonar es la palabra clave-- el siguiente soneto con acentos disonantes. Es una broma poética, pero me divertí al escribirlo:

 

Ni Miró, Dalí ni compañía

ni Remedios Varo, lo demuestro.

ni René Magritte —y salud, maestro—

ni Leonora Carrington podría.

Ni Hans Richter —pero no se ría—

ni Paul Éluard, ni don Luis Buñuel

ni Luis Aragón, éste o aquel

ni Robert Desnos que hizo poesía.

Ni André Massón, pincel que te salva

ni juntos en suma, estos artistas

ni Lorca —que de amores herido—

ni André Bretón, hermanos del alma,

llegaron a ser tan surrealistas

como México lindo y querido.



31 de julio de 2024

Un americanista me empujó en el metro

Si me ardió 

la semifinal 2002

pero hasta esos morros

desposeídos, 

con esa pinche playera

son mis hermanos

un americanista me encajó el codo en el metro

ni me dolió 

la neta

solo la hice de pedo por hacerla

así es el fútbol

la vida 

tiene lesiones verdaderas

pero hasta en esa

pinche afición 

debo reconocer

la grandeza 

que llevan dentro

tienen algo que admiro

potentados y marginales

se abrazan al final de los encuentros

señoritos feudales 

y maleteros que viven en calles como carcomidas por la guerra

se juntan

se abrazan ebrios 

esbozan beodos

cánticos trogloditas

chocan los tarros

hacen gárgaras con mi escudo

yo soy un demócrata

los desprecio por igual

sólo en la cancha

son mis rivales 

y nos detestamos 

es amor mamarracho a los colores

ese oxímoron somos

bestias

fuera de esa pinchurrienta religión

son mis compas

el fútbol es un juego 

muy simple

una esférica mundana

sisma al universo cuando rota

también la llaman Tierra

digo, ojalá llegaran a amarse

ellos con ellos:

whitexican del Ame

y esa banda chacalona 

de lima cremosa

amarse hasta darse la mano

hasta ofrecerse un riñón 

unos a los otros 

en nombre de ese club de mierda

hermanos de amuleto

separados al nacer

divididos por siete dígitos en el banco

golpes de la vida 

aunque ese guey me empuje en el metro

y me meta el codo en las magistraturas 

en el mall

en el tianguis 

a sabiendas de que que fui Rebel

igual me hubieran encajado el codo

aquel clausura 2018

pero no los odié

ni más, ni menos

encima de aquellos olé baratos

por mucho que no sepan perder

y cuando ganan

no te los quitas ni con agua caliente

un americanista me dio un empellón en el metro

pudo dármelo 

en la Cámara de Senadores

en la fila VIP de un vuelo 

pinche afición fiel. Unos

no me bajan de naco. Otros

me acusan por pinche fresa

y viceversa

los de arriba piensan que los de abajo ganan 30 mil pesos y viceversa

así son

pecho de témpano

sangre de horchata con canela

tienen la mecha corta

y ese codazo

que hubiera visto el estadio entero

nadie lo notó

siga su camino

¡juegue!

nadie dijo nada

profe

había un policía haciendo valer la Ley

otro, a unos metros 

haciéndose pendejo

y viceversa

bajo el chaleco antibalas 

seguro traía la del América

pero así es la justicia

árbitra de los suyos

así es el amor al club

ciego como un topo

yo le voy a Pumas, aunque ganen

y aunque juego mi papel, son

versos baratos

no barras de hincha

en la lengua de Cervantes

la cultura también es ponerse bravo 

cuando un vato te abarata

y no puede la nueva masculinidad 

poner la otra mejilla en el vagón

en la cancha

aunque debería

decir que jugaron bien 

qué bonito nos la metieron 

en el quinto gol

no digo nada

y chitón les comentas: ándale pues

y ese golpe, ese codazo es tocar tierra

llega con bien a tu casa, 

carnal

feliz navidad, mi hermano

lo que pasa en la cancha

en la cancha se queda.


México-Tenochtitlan

12 de octubre 2021



13 de enero de 2023

Los campeones viejos

"Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios"

 Vallejo 


Es angustiante que venga con mi boca a escribir algo banal y no un poema para cambiar al mundo. Sin embargo deseo que se comprenda esta tristeza de velorio por que hoy mis zapatos emprenden un camino al que decidieron no llevarme.

Pasamos grandes tardes, recorrimos sabradiós cuántas ciudades; tuve que enseñarles a jugar futbol en la delantera, a correr en todo tipo de terrenos, a vagar tanto en barrios bajos, como en casas de niñas ricas con auto deportivo. No sé cuántas veces oí decir: ¡ya tira esos zapatos!, no sé cuántos otros pares vieron morir y a pesar de lo decrépitos, siempre estuvieron ahí para acariciar el sagrado suelo de la Gran Tenochtitlán. 

Escribo esto con un dejo de alegría y desdén por la doctora que prohibió usar ese tipo de zapatos "porque provocaban el pie plano", pues eran tenis especiales para usar patineta y yo jamás usé patineta; no me culpen, no crecí con un póster de Blink 182 en mi cuarto.

Estos tenis fueron mi rebelión contra las estúpidas agujetas (que son el peor invento del hombre después de la crema de cebolla). Aún preservo el recuerdo de un padre preocupado por el bienestar de su hija quien nos corrió, y no lo culpo, de su habitación aquella noche. De no ser por estos tenis, habría corrido como una jirafa pero llegué a salvo al bulevar.

Hoy estos amigos viejos se jubilan. Si yo fuera un buen Van Gogh, los inmortalizaría al óleo; y si fuera más talentoso ya les habría escrito una canción del estilo "unicornio azul", pero éste es el único homenaje que puedo dejar en su nombre por aquellas buenas tardes de biblioteca y fútbol. 


México Tenochtitlan
enero 2013



6 de enero de 2023

Inútil batalla de un seis de enero

 Hay un gato en esta casa, no me preocupa mucho, también hay un retrato, cortinas blancas y ese imbécil comedor. Los niños me molestan sobremanera, sus ojoillos abiertos son como de gato, se revuelcan como gusanos jugando a los carritos.

He intentado relacionarme con uno de esos seres, me llama la atención la violencia de su retina al chocar los autos. 

—¿Cómo se llama el gato? —pregunto para hacer plática, y cínicamente el bodoque me ha respondido sonriendo: Cuál

—El gato ése que andaba por aquí —insisto. 

—Cuál —contesta nuevamente el mozalvete, como si no existiera gato alguno.

—El amarillo —repongo.

—Cuál —revira.

—Olvídalo —le digo.

El niño me ha tomado por su imbécil. 

—Se llama Cuál, acepta después de haber colmado mi frágil paciencia. 

Yo no sé por qué me interesa el gato. Hay tantas cosas llamativas en el mundo.

Conecto mi laptop al único enchufe disponible, al instante hay algo más importante qué conectar allí: una estúpida lámpara, me irrito. Encuentro un multicontacto, descanso en el sillón con la computadora en las piernas, no sé cuánto aguantaré en esa posición, no me importa.

El gato se acerca y restriega su grasoso cuerpo en mi espinilla derecha llenando de pelos mi pantalón nuevo, lo pateo sin afán de dañarlo. Le da lo mismo, no lo pude golpear más fuerte porque de haberme movido mucho, se hubiera desconectado el cable de corriente. La batería se quemó hace un mes.

Otro niño se sienta a mi lado, me presume su regalo de navidad vocifera cosas sin coherencia aparente, lo ignoro. El niño juguetea con el gato: Cualito, Cualito, acaricia al obeso animal que se revuelca en sus piernas, el niño pasa su carrito por los genitales del felino. Cundo se aburre, carga al pesado minino y lo arroja al suelo, éste cae parado sin hacer daño al enano.

El gato sube por el brazuelo del sillón, quito mi mano para evitar contacto, se acerca, me arrimo sólo un poco para no desconectar la compu, se recarga en mi hombro y sube por el respaldo del sillón, se pasea por detrás de mi cabeza, se restriega con mi cabello, ronronea y por más que lo molesto me ignora. Le llamo a un niño para que quite al gato de ahí, el morro está como ido, cree que es Spiderman. Pruebo con otro y otro niño, una manada de escuincles me ingnora.

¿Cómo decirlo? Hay un gato que balancea su cola detrás de mi cabeza, en el sillón. Se llama Cuál, creo que lo quitaré a la chingada de allí, no me fío de su cola, esa cola anillada y gorda. A cada vuelta del péndulo me golpea descaradamente. Sabe de la delicada posición de mi laptop. 

He tratado de empujarlo con mi mano y al hacerlo, la computadora se ha apagado borrando mi relato en notepad. Con sus absurdas garras juega a rayar el sillón.  A nadie le importa mi texto arruinado por un michi, mucho menos el sofá.

Esto es personal, ya me tiene hasta la madre. Me he levantado del asiento y al querer tocarlo para empujarlo al suelo me ha tirado un arañazo gruñendo con violencia. Voy a la cocina por un cucharón de madera que uso como arma y también lo ha agredido. Ahí muere. Pensé en olvidarlo todo y tolerar sus ronroneos en mi nuca, no tiene nada de malo a final de cuentas. Un niño observa mi rendición, sonríe con la boca llena de Tutsi pop.

Su manos pegajosas bajan al gato del sillón, lo acaricia, el gato no le hace ningún daño. Cualito, Cualito, le dice el engendro. Me alegro un poco y hago una tregua, le digo al escuincle: chócalas. El niño choca su mano roja, chiclosa y llena de pelos, sonríe, tiene mocos, es invierno.

Olvido que quiero ser escritor y me rindo, me tiro al suelo, en seguida los niños me hacen bolita, utilizan mi rostro y mis piernas como autopistas, estrellan sus camionetas en mis guevos, estoy ahí derribado como un gigante vencido por los enanos y un gato ronronea, se pasea obeso por el sillón, ronronea. 


Tlaxcala, México
6 de enero de 2010





12 de diciembre de 2022

Ars



Te posaste en mi cariño
como un pájaro en el árbol
pero fue tu trino el mármol
de este verso en desaliño.
Yo corrí a hacerte un guiño
cual si fuera un escultor
y atrapaste al impostor,
cuando quise en tus idiomas,
encantar con punto y comas
pero tú cantas mejor. 








4 de agosto de 2022

Un poco de rola

Mi queridísima reinototota, Alizze Gala. Rompiendo las cuerdas en el escenario.... échenle un oklayo y me dicen qué tal:

La palabra ladra

Así dice Mauricio Jiménez....

18 de septiembre de 2015