
"Y su luz llegó al reino oscuro a las torres del ayer
y la cimiente arrebatada de su amor sintiose renacer
al contacto de su calor"
Silvio Rodríguez
Tochtli:
Tú viste al sol caer en su agonía
como un venado herido entre los vientos.
La noche se cerró como una boca,
en su silencio espeso, tu luz muerta.
La piedra en tu mirada suspendida
obsidiana incansable la circunda
el eco de un jaguar que no descansa.
Fuiste la llama al borde del abismo,
el círculo del tiempo incontenible,
un fuego que arde siempre en su regreso.
Ozomahtli:
Tú viste al sol rendirse en las raíces
del árbol donde una serpiente espera,
serpiente que despluma las estrellas.
Tus manos, como alas de terciopelo,
aferradas a un árbol, viento y piedra.
La lluvia descendió con su crujido
y el peso de ese sol de cerro muerto
te hundió en la ceniza de amanecer,
en polvo que regresa a ser silencio.
Cuauhtli:
Tú viste al sol quemarse en las espinas,
de un corazón abierto por el fuego,
bajo un lago que llora con las llamas.
Eras entonces pluma, roca, canto,
las brasas del ayer en tu corona
tallaron un crepúsculo infinito.
El calendario dio su vuelta exacta,
y tú, caída en las entrañas hondas,
te diste al hambre de los dioses viejos.
Atl:
Tú viste al sol hundirse entre las aguas,
nadando como pez entre los lirios,
las olas de tus brazos te llevaron
sintiendo el peso denso de la noche
sobre tus manos rojas, desgastadas,
las nubes se tejieron en tu pecho
y el porvenir se hizo agua entre tus dedos,
un lago que en tus labios se disuelve,
como un terrón de polvo entre las manos.
Ollin:
Tú viste al sol moverse en lo profundo,
en las raíces de esta tierra fértil,
y ser, al fin, el hombre que regresa.
El quinto ser abrió la senda antigua,
la piedra dio la vuelta en sus presagios
andando cinco pasos de regreso,
cada huella una copia del principio,
y caíste rendida ante esa piedra,
que guarda el peso de los siglos quietos.
México Tenochtitlan
22 de septiembre de 2008
Adolfo Ramírez
No hay comentarios.:
Publicar un comentario